martes, 16 de febrero de 2010



Dibuja una sonrisa sobre estos labios sellados.

y a cambio toma la flor, ya marchita y escondida.

ya cansada de esperar que la luz entre por la ventana,

ya entregada a un recuerdo que se desgasta

día a día y noche a noche.

Y si el frío no te deja empuñar el lápiz. Usa tu mano.

Tus dedos recorrieron mil veces las sendas prohibidas,

y enterraron tu nombre en las profundidades de esta tierra

para no ser sacado jamás.

Y si tus manos están atadas por tus miedos, usa tu boca.

Así echarás abajo la puerta que un día cerraste,

pero esta vez dejaré la llave donde el viento sople fuerte.

Pero esta vez, enlazaras tus brazos con los míos,

tus piernas con las mías,

tu cuerpo con el mío, como antes.

Me pedirás como siempre que no permita que nos separen

y querrás hacer un nudo que ate nuestros cuerpos.

Pero espero que esta vez,

sientas el aroma de la flor,

ahora, ya marchita y escondida,

ya cansada de esperar la promesa

que se pierde en el vago doblez del recuerdo.

1 comentario:

  1. Afortunado el hombre a quien dedicas el poema, Clara. Me alegro por ti, amiga mía. Abrazos.

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