tras la cortina de esta habitación.
Nuetras pieles decidieron formar una, cada noche azul.
Nuestros deseos habitaron en su hogar,
mientras el tiempo corría implacable.
Nuestras vidas no necesitaron más que es aliento desenfadado,
esas pieles entrelazadas
y esos deseos incesantes,
que hicieron que nuestros sudores
durmieran plácidos sobre estas sábanas blancas.
Nuetras pieles decidieron formar una, cada noche azul.
Nuestros deseos habitaron en su hogar,
mientras el tiempo corría implacable.
Nuestras vidas no necesitaron más que es aliento desenfadado,
esas pieles entrelazadas
y esos deseos incesantes,
que hicieron que nuestros sudores
durmieran plácidos sobre estas sábanas blancas.